Los indicios conductuales del engaño se enumeran en los faciales, las palabras y la voz y, en tercer punto, el resto del cuerpo. Unido a esto, el “tiempo” o la duración de ese indicio conductual debe de respetar ciertos criterios, por ejemplo la manifestación de sorpresa si es genuina debe de ser breve, tanto su aparición y su desaparición; si dura mucho, la sorpresa es fingida.
En esta ocasión quiero hablar acerca de la conjunción de estos indicios. Por ejemplo, la sincronización respecto al discurso que da una persona, los cambios de voz y los movimientos corporales. Supongamos que alguien grita: “Ya me tienes harto, no te soporto”. Si la expresión de ira aparece después de formular esta oración, lo más probable es que todo sea parte de un teatro, es más, si después de decir esto se da un puñetazo en la mesa es doblemente probable que la emoción sea fingida. Las expresiones faciales y el discurso que no está sincronizado son pistas gigantes que nos dicen que lo que estamos escuchando no es verdad.
Otro indicio de la sincronización se da, por ejemplo, cuando el mentiroso afirma con la boca algo pero con el cuerpo o el rostro dice lo contrario. Hace unos cuantos meses le pregunté a uno de mis amigos si había consumido algún tipo de droga y su respuesta verbal fue un NO, pero al mismo tiempo con la cabeza vi un movimiento de SI.
Entonces la sincronización en cuanto los indicios debe de observarse delicadamente. La práctica de esta observación dará resultados críticos y en la mayoría de los casos sigilosos para darnos cuenta si la gente nos está mintiendo.
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